domingo, 29 de junio de 2014

Tormenta de verano.



     Era una noche calida de verano, algunas nubes sobre el cielo  cuando emprendimos el camino a casa. De forma inesperada empezaron a caer algunas gotas que rápidamente fueron aumentando en frecuencia y tamaño. De repente estábamos empapándonos bajo una tormenta de verano. No podíamos pararnos, ella tenía tiempo de llegada a casa, que por supuesto ya había rebasado. Cada segundo juntos era importante y por eso siempre apurábamos hasta el último antes de volver.

    Me pegue a su espalda tratando de cubrirla de la lluvia mientras andábamos lo más rápido que podíamos en dirección a su casa, no servia de nada, poco después ya estábamos ambos empapados y felices, riéndonos y compartiendo juntos ese camino.



    No tardamos demasiado en llegar, al menos a mi me pareció un suspiro, todo tiempo compartido era siempre demasiado corto. Al llegar junto a su puerta me separe de su espalda dejando al descubierto la única parte seca que le quedaba, podía haber corrido hacia su casa, pero en vez de ello me dio el último beso de despedida, mientras seguía lloviendo y se empapaba su espalda, el agua nos corría por la cara y casi parecía que nos bebíamos. No importaba nada, el tiempo no transcurría y ese instante fue eterno. Al separarnos su cara mojada, cubierta de gotas y hilos de agua que bajaban, bajo todo ello una sonrisa enorme y unos ojos que me miran y no dicen adiós, sino solo un hasta luego. La sigo con la mirada mientras sube las escaleras y cruza la puerta.

 

    Tan solo con un paraguas nada de esto hubiera ocurrido, haber comprado ese paraguas hubiera sido el dinero peor invertido de mi vida. Han pasado años, aquella historia naufrago, pero nada me quitara nunca recuerdos como este. Nos pasan muchas cosas, muchas no las valoramos en el momento, pero para mi son esos momentos los que esconden la verdadera felicidad.

viernes, 6 de junio de 2014

Tú.

miércoles, 4 de junio de 2014

Vuelta a los origenes