domingo, 12 de abril de 2015

Punto Muerto



Cierro los ojos, cojo aire y lo mantengo.

Espero unos segundos y noto como la luz disminuye, llega el ocaso, abro los ojos. El sol es solo una figura escondida tras el horizonte, no me molesta, pero aún hay suficiente luz. Meto primera y suelto el embrague, empiezo a acelerar.


Veo la única señal, vieja y casi caída marca el antiguo límite de velocidad de esta carretera abandonada. 40. Para mi marca el inicio del trayecto, dos kilómetros doscientos treinta y tres metros.


Sigo acelerando, cada curva más rápida que la anterior, cuando el coche alcanza los ciento noventa km/h el motor ruge, las gomas se pegan al suelo y el paisaje pasa a toda prisa a mis lados. Llego a la recta y sigo acelerando veo al final la última curva, a la derecha una roca de 3 metros de altura, a la izquierda un acantilado de 4 metros hasta el agua en medio de más rocas.


La he hecho un millón de veces, cada vez más rápido, cada vez más al límite, se que ya tengo que frenar, pero  no lo hago, aguanto un poco más y entonces freno, demasiado tarde, demasiado rápido, entro en la curva y pongo el punto muerto, noto como los neumáticos chirrían mientras se adhieren a la carretera, cada vez con mayor dificultad,  los noto como si fueran mis manos y pies, y se que están a punto de deslizarse, en el último segundo pongo tercera y acelero a fondo,  entonces es el motor el que ruge.


Entonces el vacío, cierro los ojos.


Se que este viaje de dos kilómetros doscientos treinta y tres metros siempre acaba en el vacío, y es la única forma en la que puede acabar. Unos segundos de vacío en mi mente que lo valen todo. Abro los ojos  y suelto aire. De alguna manera me encuentro con el coche ladeado en medio de la carretera, he vuelto a pasar la curva, hoy no me tocaba morir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario