martes, 27 de mayo de 2014

La sombra.






 
     Fue entonces cuando oyó la cerradura girar con un casi imperceptible sonido metálico, una tenue luz empieza a colarse por la rendija que va dejando la puerta al abrirse, una sombra la cruza y enseguida la rendija empieza a disminuir hasta desaparecer.  Unos pasos suaves cada vez más cerca de la cama, sus ojos vuelven a acostumbrarse a la oscuridad y entonces lo vio.  Su cara serena ya le había perdón por despertarla antes aún de que sus labios emitieran ningún sonido.


     Él se acerco, y los labios de ambos se unieron con suavidad de forma tan delicada que al separarse ella no estaba segura de si la había llegado a tocar,  lo vio quitarse la camiseta y acostarse a su lado mientras la miraba con ternura e inocencia, como si jamás hubieran roto un plato.


      Y en momentos como ese de verdad creía que jamás había roto un plato, no importaba que hubieran discutido unas horas antes, que el se hubiera ido enfadado y ella le hubiera chillado, no importaba que en el tiempo que estuvo fuera se hubiera estado planteado dejarlo, era en momentos como ese en los que se daba cuenta de que por más que no quisiera, ya se había enamorado de él.

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